20 diciembre, 2010
El monstruo enjaulado en nuestra "Celda"
¿Es posible que las situaciones que nos rodean puedan empujarnos a hacer cosas que en otras circunstancias no haríamos? ¿Somos capaces de asesinar? "Celda 211," dirigido por Daniel Monzón en el año 2009, trata este tema con uno de los personajes principales de la misma, Juan Oliver. Juan Oliver, representado por Alberto Ammann, es un hombre joven muy "normal". Él está casado con una mujer guapa, Elena (Marta Etura), que está embarazada de seis meses. Las preocupaciones que tiene Juan incluyen cuidar a su familia y darles una buena impresión a sus superiores del trabajo. Sin embargo, un suceso inesperado lo cambia todo.
Juan, un funcionario, llega a la cárcel de Zamora un día antes de su fecha de comienzo para familiarizarse con sus compañeros y el funcionamiento del pabellón. Todo el infierno se desata y Juán se queda abandonado en una celda recientemente vacía. Para seguir vivo, él engaña a los demás fingiendo ser un preso mientras ayuda a los oficiales. Cuando sus superiores cruzan la línea y matan a su mujer, Juan reacciona matando al responsable del asesinato de ella, Utrilla (Antonio Resines), y se alía con los presos más peligrosos de la cárcel.
En mi opinión, "Celda 211" es una representación estupenda de que la situación en la cual nos encontramos puede determinar nuestras acciones. Al principio de la película, el pez gordo de los presos, Malamadre (Luis Tosar), nota que Juan no tiene la cara de un asesino. Creo que ese momento tiene mucha importancia porque no sólo pone énfasis en el hecho de que Juan es un hombre inofesivo por naturaleza, sino que también prefigura el futuro asesinato de Utrilla. Es más, Malamadre es una persona adecuada para hacer esa distinción, lo que, a mi juicio, dice mucho sobre Juan. Después de la muerte de Elena, Juan ya no tiene nada más por lo que vivir. Juan ni siquiera se fía de los funcionarios porque le han mentido sobre el estado de Elena, solamente para proteger sus propios intereses. Por consiguiente, Juan es llevado a hacer cosas y tomar decisiones que antes no haría.
Es muy fácil decir que nunca cometería un delito, mucho menos mataría a nadie. No obstante, todos nosotros muy probablemente tenemos un límite, aunque todavía no sepamos cuál es. Tampoco llega la mayoría de gente a descubrir ese punto oculto. "Celda 211," nos demuestra que un monstruito reside dentro de cada uno y que, bajo ciertas circunstancias, quizá se liberase.
Posted by Emily a las 3:08 p. m. // // //
