En los últimos meses, desde que se estrenó, la última película de Almodóvar, Volver, ha ido cosechando premios, elogios y críticas excelentes allí donde ha sido presentada. Y no es que no me parezca justo, además de positivo para el cine español (aunque sea de manera indirecta), todo lo contrario: La verdad, he de admitir, es que Volver no es una mala película, es, a mi juicio, mejor que los últimos dramones a los que el director manchego nos tenía acostumbrados. No obstante, no acabo de comprender esta extraña pasión que ha levantado, y aún levanta, en cualquiera de los lugares en los que se presenta de la mano de su director y su actriz principal: primero en Cannes, más tarde en en Toronto, en San Sebastián... y próximamente en Nueva York. Allá donde ha ido (y donde irá, estoy por jurarlo) Volver se convierte en la "comidilla" (positiva, mayoritariamente) de los críticos y en el objeto de elogios y miradas de la prensa. Pero, ¿no es desmedida esta reacción?

Dirán lo que quieran, allá donde quieran, pero ni la película me parece taaaaan buena (en comparación con otras del mismo director) ni el trabajo de Penélope taaaaan deslumbrante (en comparación con el sentido común). Al menos para mí.
Quizá por eso una serie de preguntas rondan mi cabeza sin encontrar respuestas convincentes:

¿Merecía ser enviada como candidata a los Óscars en lugar de la, para mí fantástica, Salvador? ¿Merece la actuación de "Pe" tan elogiosas críticas?

Dicen que es el mejor de los trabajos que ha realizado la ex de Tom Cruise, pero ¿acaso por eso es bueno? Es más: ¿ha realizado ALGUNA vez una buena interpretación?
¿Cuál es la clave de este éxito? ¿Será cierto que Almodóvar "está de moda"?

Eso sí, el trabajo de las actrices menos conocidas en la esfera internacional me parece una auténtica maravilla: Blanca Portillo, Lola Dueñas, Chus Lampreave y, la (por suerte recuperada) "chica Almodóvar", Carmen Maura hacen un trabajo merecedor del premio que les otorgaron en Cannes. Sin ninguna duda.